A largo plazo, pase lo que pase debe ser para bien, porque así es como se han construido las leyes divinas. Básicamente, cuando hacemos zag en una dirección que se opone a la voluntad de Dios y, por lo tanto, a las leyes espirituales, sentiremos el pellizco. Y esto nos motivará a volver en zigzag en línea, para corregir el rumbo.
Estas son leyes amorosas de las que estamos hablando, diseñadas para ayudarnos a evitar tomar decisiones incorrectas usando nuestro propio libre albedrío. Por cada decisión insignificante que tomamos, y cada actitud que elegimos o cada acción que hacemos, es otra oportunidad de estar bien con Dios al ponernos en línea con las leyes divinas.
Existe una ley espiritual que dice que siempre se nos mostrará el camino más fácil a seguir, dadas las circunstancias actuales. Pero tenga en cuenta que la otra cara de esto significa que cuanto más nos lleve trazar un mejor rumbo, más difícil se volverá el camino. Muy a menudo observamos esto en acción cuando estamos atrapados en algún vicioso hábito del Yo Inferior. Entonces, cuanto más atrapados nos volvemos, más difícil es liberarnos. Cuanto más seguimos corriendo para evitar nuestros malentendidos internos, y cuanto más seguimos resistiéndonos al cambio, más grandes se vuelven nuestros obstáculos. Esto continúa hasta que los desafíos de nuestra vida se vuelven tan insuperables que nos ponen de rodillas. Nuestra propia infelicidad eventualmente nos llevará a querer hacer un cambio.
Tenga en cuenta que siempre podemos volvernos a Dios y pedirle ayuda para superar nuestros obstáculos. Quizás pensamos que Dios no se preocupa por nosotros y que no debemos cargar a Dios con nuestros problemas. Pero, ¿qué tan loco es eso? Dios creó esta esfera específicamente para que pudiéramos venir aquí y aprender a corregir nuestros errores internos. Y esto los incluye a todos, grandes y pequeños.
En realidad, no existe un problema grande o pequeño. Porque lo que sea que esté sucediendo entre nosotros y un pequeño puñado de personas es exactamente lo mismo que ocurre en los escenarios más grandes del mundo. Un pequeño problema en una disputa doméstica tiene el mismo impacto, la misma importancia, que una gran disputa internacional. Esos supuestos grandes problemas ni siquiera podrían existir si miles de problemas menores no se acumularan en ellos.
Así que nuestras luchas cotidianas sientan el precedente para crear las situaciones gigantescas que vemos desarrollarse a mayor escala. El lugar para resolver estos problemas comienza examinando con atención cada distorsión que descubrimos en nosotros mismos.
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