Cuando deconstruimos cualquier dualidad, encontraremos que nunca es cierto que un opuesto sea todo bueno y el otro todo malo. Para cada mitad puede ser cualquiera. Cada opción tiene la posibilidad de ser productiva y saludable o, alternativamente, destructiva e insalubre.
Entonces, a veces nuestro trabajo es ser auto-asertivo. Mientras tanto, en otra situación, estamos mejor servidos siendo flexibles y dispuestos a adaptarnos. A veces necesitamos estar callados e introspectivos, y otras veces nos llaman a enfocar nuestra preocupación en los demás. A veces seremos extrovertidos y, a veces, autosuficientes.
Una forma de saber qué comportamientos o acciones están más de acuerdo con la ley divina en un momento dado es determinar, ante todo, si lastiman a alguien. Porque si algo está en desventaja para alguien más, no puede ser realmente una ventaja para nosotros.
Con el tiempo, trabajar ambos lados de cualquier dualidad eventualmente nos llevará a experimentar la unidad. Donde nos enfadamos con la dualidad es al favorecer una posición sobre otra y pensar que hay reglas férreas sobre cómo debemos comportarnos siempre.
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