El Plan de Salvación llama a los seres espirituales caídos a regresar a la Tierra una y otra vez. Cada vez, tenemos la misión de avanzar espiritualmente sanando algún aspecto de la negatividad. Y cada vez que encarnamos, encontraremos que hay una ecuación que siempre debe salir bien: la dificultad es igual a las dificultades creadas por nosotros mismos. En otras palabras, si sentimos que tenemos una vida difícil, hemos tenido una mano para determinar cómo se han repartido las cartas.

Sobre el agotamiento: es una ley espiritual que cualquier energía que usemos para el crecimiento espiritual se repondrá perpetuamente. Pero cuando nos dejamos girar en interminables círculos negativos de corrientes completamente improductivas, nos vamos a quedar sin gasolina.
Sobre el agotamiento: es una ley espiritual que cualquier energía que usemos para el crecimiento espiritual se repondrá perpetuamente. Pero cuando nos dejamos girar en interminables círculos negativos de corrientes completamente improductivas, nos vamos a quedar sin gasolina.

La belleza del sistema es que incrustado en nuestras luchas está la medicina precisa que necesitamos para curar nuestros males internos. Primero, nos volveremos y enfrentaremos nuestro dolor y haremos lo que sea necesario para liberarnos de nuestras cadenas. De esta forma aprenderemos exactamente la lección que nuestra alma necesita para crecer y madurar.

El dolor y la lucha, entonces, son en realidad solo motivadores para el cambio. Sin ellos, seguiríamos siendo inmaduros y careceríamos de una comprensión importante de la vida y de nosotros mismos. Nos costaríamos.

Esto también significa que cuando encarnamos como seres humanos, hay una agenda para algo que debemos descubrir. Se podría llamar a esto nuestro destino. Al mismo tiempo, nunca estamos sin libre albedrío. Lo que significa que podemos optar por prestar atención e intentar mejorar. O podemos quedarnos atrapados en nuestras distorsiones y lo más probable es que nos amarguemos. 

De modo que el destino y el libre albedrío están intrínsecamente vinculados, pero no es una situación de una u otra; No son mutuamente exclusivos.

El resultado de todo esto es que los acontecimientos de la vida que atraemos a nosotros mismos son el destino que nosotros mismos hemos creado. Tiene que ser así. Entonces, si lo que creamos son problemas, estamos en el anzuelo de buscar dentro de nosotros mismos y ver dónde está el verdadero problema. Debemos disolver lo mismo dentro de nosotros mismos. Y esto, amigos, se puede hacer mejor recorriendo un camino de autodisciplina interior, búsqueda de uno mismo y autoconocimiento.

Para lograr esto, todos tenemos un pozo de fuerza interior en nuestro interior. Y depende totalmente de nosotros cómo dirigimos estos recursos. Es una ley espiritual que cualquier energía que usemos para el crecimiento espiritual se repondrá perpetuamente. Pero cuando nos dejamos llevar por círculos negativos de corrientes completamente improductivas, nos vamos a quedar sin gasolina. Desperdiciaremos la preciosa energía que tenemos a nuestra disposición y luego nos preguntaremos por qué sentimos tanto agotamiento.

Leyes espirituales: lógica dura y rápida para seguir adelante

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