El flujo de esta energía no es personal para nosotros. Más bien, sigue leyes inmutables que están incorporadas a la vida. Cuando las condiciones son adecuadas, el grifo se abre y fluye la fuerza vital. Cuando las condiciones no son compatibles porque no somos de verdad, el flujo se bloquea. La autorrealización significa que estamos haciendo un buen uso del poder que tenemos disponible.
Además, la única forma en que podemos lograr la autorrealización es a través de nuestra decisión libre de adoptar leyes espirituales. Debemos asumir la plena responsabilidad de esta decisión de seguir las leyes naturales y universales y no solo ceder nuestra lealtad a valores heredados o estándares culturales antinaturales.
A veces, las leyes naturales y no naturales parecen gemelos idénticos. Pero hay un mundo de diferencia entre elegir por nosotros mismos cumplir con un cierto estándar y obedecer ciegamente. Los dos pueden verse y sonar exactamente iguales en la superficie. Pero para el oído interno, están cantando melodías totalmente diferentes.
Aquí está la cuestión: si solo seguimos las leyes que vienen de fuera de nosotros, eso no es espiritualidad real. Considere el mandamiento de santificar el día de reposo. El significado más profundo aquí no es una directiva sobre cómo pasar nuestros fines de semana. Más bien, es una invitación a mantener el equilibrio en nuestras actividades. Por eso, parte de nuestra vida debería estar dedicada a nuestros trabajos, a nuestras responsabilidades. Parte de nuestra vida debe involucrar el desarrollo espiritual. Y parte debe ir hacia el placer y la relajación. No hay ningún "deber" aquí. Y ciertamente no hay un criterio claro sobre cuándo y cómo hacer nuestro trabajo y conectarnos con Dios.
Para que nos demos cuenta plenamente de nuestro verdadero yo, las funciones de pensar y hacer de nuestro ego, sobre las que tenemos control directo, deben soltarse e integrarse con nuestros procesos aún involuntarios de sentimiento e intuición. Este proceso de volverse autorrealizado sacará adelante todos nuestros potenciales latentes a medida que accedemos a la fuerza creativa que sigue libremente los fundamentos más legítimos y significativos que existen.
Mientras hacemos esto, cualquier idea arraigada que tengamos se convertirá en el motor que impulsa este poder. Ya sea que nuestras ideas sean conscientes o inconscientes, veraces o falsas, se perpetuarán a sí mismas. Lo único que hace que estas fuerzas sean peligrosas es nuestro propio pensamiento equivocado. Pero si desafiamos nuestras suposiciones erróneas que encontramos que son falsas, este mismo poder puede volverse totalmente confiable.
En cambio, lo que solemos hacer es decidir que no podemos confiar en nuestra intuición, y nuestra brillante solución es confiar únicamente en nuestro ego. Luego trabajamos para protegernos atentamente contra cualquier cosa que no podamos controlar, como nuestros procesos involuntarios.
Pero si queremos dar lo mejor de nosotros a la vida y a todo lo que hacemos, debemos ir más allá de nuestros egos y ver que no tenemos nada que temer en nuestros procesos involuntarios. Necesitamos convencernos de su naturaleza autorreguladora, lo que significa que saben cómo cuidarse a sí mismos. Hay leyes que se están cumpliendo y que de ninguna manera nos convierten en una víctima inocente. Resulta que somos lo único que se interpone en el camino de crear una vida mejor para nosotros.
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