Tenemos la creencia errónea de que podemos congelar o evitar nuestros sentimientos desagradables y luego vivir la vida disfrutando solo de los buenos. Si tan solo funcionara de esa manera. En verdad, si congelamos un sentimiento, los congelamos todos. El resultado es una vida adormecida de planitud general.
La fuerza vital pura del Yo Superior es totalmente positiva, constructiva y afirmativa. El Yo Inferior es una distorsión del Yo Superior, que se esfuerza por reprimir. Entonces, las emociones negativas no pueden ser reemplazadas por emociones positivas, deben ser transformadas.
Curiosamente, la Guía nos dice que a menudo tenemos más miedo al placer que al dolor. La clave para aprender a tolerar el placer es aprender a soportar lo que hay dentro en este momento, que podría incluir mezquindad, resentimiento, despecho, celos, culpa, rabia o terror.
Puede resultar doloroso estar con estos sentimientos incómodos. Necesitamos dejar que estén presentes y sostenidos por la luz del Ser Superior. Cuando lo hacemos, podemos ver que la ansiedad es en realidad una emoción reprimida. El pánico es realmente miedo al miedo. Si dejamos de respirar, puede convertirse en miedo a asfixiarnos. Debajo, en realidad es solo energía o emoción. El aburrimiento es una energía reprimida que se siente entumecida en lugar de ansiosa. El placer se despliega orgánicamente como un subproducto de atravesar la oscuridad interior.
Aprenda más en Huesos, Capítulo 1: Crecimiento emocional y su funcióny Capítulo 2: La importancia de sentir todos nuestros sentimientos, incluido el miedo.
Cuando liberamos nuestras emociones bloqueadas y reconfiguramos nuestros pensamientos equivocados para alinearlos con la verdad, sentiremos una infusión increíble de nueva fuerza, ingenio y habilidades creativas. Literalmente estamos desenvolviendo un aspecto de negatividad para que pueda regresar orgánicamente a su estado de energía superior y podamos recuperar nuestra fuerza vital.
De modo que nuestra intención no es cortar o deshacernos del Yo Inferior; está vivo y, por lo tanto, es parte de nuestro yo real. Queremos convertirlo. De esta manera, por ejemplo, podemos aprender de la voz del Yo Inferior, encontrando percepción y discernimiento en lugar de juicio. Nuestro objetivo es devolver todos nuestros aspectos distorsionados a su rostro original, a través del cual brilla el rostro de Dios.
Aprenda más en ¿Por qué Dios hizo la guerra?
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